Mejora sus debilidades
La aventura comienza con un precioso prólogo repleto de bellas cinemáticas, que continúan la historia justo donde la dejó Ori and the Blind Forest. Un poco más elaborada, como todo en esta secuela, tenemos una historia sencilla, bonita y muy cuidada, que funciona realmente bien, y que cuenta con ciertos momentos sorprendentemente melodramáticos, algo que puede chocar a más de uno por su amable tono de cuento de hadas.
Lo primero que notaremos es que Ori se controla incluso mejor que en el primer juego, algo que parecía difícil. A un ritmo endiablado no tardaremos en conseguir las primeras habilidades y mejoras que van ampliando la fórmula jugable, como el doble salto, y muy pronto también descubriremos la que posiblemente sea su mayor novedad: el mejorado sistema de combate.
Ori cuenta con diferentes armas, como una espada, posiblemente la más satisfactoria que podemos empuñar. Después conseguimos también el arco, simplemente genial y que se utiliza tanto en el combate como en el plataformeo, para activar mecanismos, y más adelante podremos desbloquear otras como una jabalina o un shuriken, aunque ya de manera opcional.
Junto a estos nuevos recursos que nos permiten expresarnos de maneras más creativas en los combates llegan también enemigos más revoltosos y desafiantes, con patrones de ataque más variados, haciendo que sea un juego más equilibrado que el primero: ahora no solo las plataformas son sobresalientes, y también los combates son divertidos y desafiantes. Incluso han añadido espectaculares jefes finales, no muy numerosos ni especialmente duros, pero que añaden más variedad si cabe a un juego que no deja de añadir mecánicas y poner ideas sobre la mesa constantemente, haciendo que sea entretenidísimo de principio a fin.
Ori and the Will of the Wisps sigue siendo principalmente un plataformas, en el que los saltos y la exploración tienen todo el peso, pero en el que ahora además te diviertes combatiendo enemigos con diversos recursos a tu alcance. Hay un sistema de progresión que deja mucha libertad para desbloquear las mejoras como quieras, y te puedes acabar la aventura sin haber desbloqueado muchas de las armas o poderes disponibles, quizá demasiado abundantes para el poco peso que tienen los combates en la fórmula. Hay unas mejoras llamadas ‘fragmentos espirituales’, proporcionando ventajas como mayor defensa, salud o daño, modificaciones de las armas como que el arco dispare tres flechas a la vez, y alguno de ellos nos da una ventaja pero también algún inconveniente.
Con tanta libertad para adquirir las mejoras que queramos es bastante fácil “romper” la dificultad de los combates, jugando en nivel ‘normal’ eso sí, ya que también se puede jugar en ‘difícil’, siendo los enemigos muchísimo más poderosos, matándote de un par de golpes y acercándolo casi a un Souls-like, por lo que no te recomiendan jugarlo de esta manera en la primera partida. Al final, tantas armas y poderes se sienten un poco desaprovechados, porque ni hay tantos combates ni los enemigos son lo suficientemente variados o complejos como para obligarnos a sacarle partido a todos estos recursos. Donde esta secuela sigue brillando es en lo saltos, ya que, aunque hay otros elementos sigue siendo principalmente un excelente plataformero.
Excelente plataformero
Ori and the Blind Forest sorprendía como plataformas por lo variado que era, por las ideas que iba introduciendo constantemente, por su buen diseño de niveles y su genial control, y hace poco que volvimos a jugarlo nos preguntamos qué más podían hacer en la secuela, qué se iban a inventar. Y es aquí donde Moon Studios vuelve a dar lo mejor ofreciendo un plataformas ejemplar, en el que es un placer desplazarse y saltar, y que nunca se acomoda en una idea más que unos pocos minutos, para introducirte algo diferente acto seguido. Es cierto que repiten algunas mecánicas del primero, y que pierde el factor sorpresa, pero lo que pierde en esto lo gana en experiencia y saber hacer, contando con un diseño exquisito.
Desecha una de las ideas más originales del primero, su sistema de puntos de control que el jugador decidía dónde crear, y la verdad es que no lo hemos echado de menos, era un elemento estratégico curioso pero que podía ralentizar un poco la acción, siendo precisamente una de sus mayores virtudes su enorme ritmo, de esos juegos que consumes compulsivamente, sin poder parar de jugar hasta acabarlo. Saltos, exploración, combates, pequeños puzles, jefes finales, las épicas escenas de persecución, y todo esto con unos gráficos deslumbrantes y una banda sonora embriagadora, conforman un plataformero simplemente ejemplar.
Como detalle polémico y sobre el que creemos que se va a discutir, nos ha parecido un poco más fácil que el primero, que de vez en cuando te ponía en verdaderos aprietos con situaciones que tenías que repetir una y otra vez hasta superarlas. Nos parece evidente que han querido hacer una experiencia más amable y accesible para todos los jugadores, y esto puede que moleste a más de uno. Como amantes y jugadores expertos de plataformas tenemos que admitir que hemos echado en falta un poquito la dificultad del primero, que nos pusiera en más aprietos, aunque por otro lado entendemos la decisión, y que quieran llegar a un público mayor.
Ori and the Will of the Wisps posee un enorme mapa lleno de secretos y coleccionables que según vamos obteniendo nos acercan al 100%, y vamos consiguiendo habilidades que nos permiten acceder a zonas antes inaccesibles, pero realmente todo esto es algo secundario, no es necesario hacer backtracking para pasarte la aventura, y si te centras en la historia principal se puede disfrutar como un plataformas prácticamente lineal, sabiendo a dónde tienes que ir en todo momento y pisando siempre nuevos escenarios, sin necesidad de volver sobre tus pasos.
Una de las novedades de esta entrega son las misiones secundarias, ya que ahora hay multitud de personajes con los que podemos hablar, lo que da bastante vidilla, pero a la hora de la verdad lo cierto es que estos encargos no se aprovechan lo más mínimo, no esperéis nada elaborado, y simplemente consisten en cadenas de entregar objetos, que hacen que nos tengamos que patear los escenarios buscando al destinatario adecuado de un ítem. Otra novedad son unas curiosas pruebas contrarreloj con marcadores en línea, pudiéndote picar con jugadores de todo el mundo, un elemento rejugable y bien integrado.
Audiovisualmente deslumbrante
Ori and the Will of the Wisps es tan bonito en todos los sentidos que cuesta encontrar calificativos, y es sorprendente el salto gráfico que ha pegado respecto al primero, ahora con unos escenarios más vivos y repletos de detalles, con notables mejoras en la iluminación, y unos personajes mejor animados. Visualmente es simplemente espectacular, y es posiblemente uno de los juegos 2D más bonitos que se han hecho nunca, sino el que más. Lo mismo ocurre con la banda sonora de Gareth Coker, impresionante, con unas melodías preciosas que van a hacer que muchos estudios pongan sus ojos en este talentoso compositor británico.
Conclusión
Ori and the Will of the Wisps es uno de los mejores plataformeros de la última década, una delicia jugable y audiovisual que ningún amante del género debería perderse. Mejorando y puliendo ciertos aspectos del primero, y ofreciendo una aventura más extensa y ambiciosa, lo que pierde del factor sorpresa lo gana en experiencia y calidad en todos sus apartados, y se convierte en todo un ejemplo de cómo hacer un plataformas, y un inmejorable testimonio de por qué nos sigue pareciendo uno de los géneros estrella en el mundo de los videojuegos.
Lo Bueno
- Una jugabilidad simplemente perfecta.
- Una aventura de plataformas muy divertiva, de principio a fin, imposible soltar el control si te gustan este tipo de juegos.
- Audio-visualmente es un espectáculo.
Lo Malo
- Nada.